EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

miércoles, 15 de febrero de 2012

UNA VICTORIA MILAGROSA: EL SANTO CRISTO DE ASTAPA (Tabasco) México,


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Como ustedes saben, Astapa (nuestra actual Estepa) fue una ciudad amiga de Cartago y alineada con ella, y sabemos según dejó escrito para la historia el cronista Tito Livio, que en el año 208 a.C., las legiones del cónsul Publio Cornelio Escipión, “El Africano”, comandadas por Lucio Marcio llegan a Astapa y la sitian para atacarla y castigar a sus rebeldes habitantes.
Lean aquí el artículo escrito en este blog, sobre el tema: http://desdelaalcazaba.blogspot.com/2008/11/la-conquista-de-astapa-estepa-por-los.html
Pues bien, hace unos años, buscando en Internet datos sobre la Astapa romana, me encontré este curioso relato-leyenda sobre el Cristo de Astapa, en México. Leyenda mexicana que nos cuenta la historia de una batalla a finales del siglo XVI, entre un grupo de piratas y los pobladores de Astapa.
Desconocía la existencia de una localidad llamada como nuestra antigua Astapa, en el Estado de Tabasco, en México.  Es curioso el nombre pre romano de dicha población.  Lo más lógico será pensar que le haya sido impuesto por alguno de los españoles que pasaron a las tierras del Nuevo Mundo, conocedor de la historia de la Astapa púnica, que sitiada por las tropas romanas, sus habitantes prefirieron quemar, destruir sus riquezas y darse muerte unos a otros antes de entregarse al enemigo.
Por lo curioso del nombre de nuestra homónima Astapa azteca, en gratitud a los lectores mexicanos que visitan este blog –que son muchos–, y para conocimiento de los estepeños y demás lectores, aquí les traigo este relato sacado de las leyendas populares mexicanas, sobre un Cristo que hubo –o hay–, en la lejana ciudad de Astapa, al otro lado del océano Atlántico.
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(Estaría muy agradecido, si algún lector mexicano me pudiera proporcionar a esta dirección de correo: rodriguezcrujera@hotmail.com , una foto de la imagen del Cristo de Astapa, para ilustrar este relato. Gracias.) 
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RELATO-LEYENDA


 Una victoria milagrosa: el santo Cristo de Astapa

Por  Citlalli Gómez Farías Álvarez
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Ruinas y sombras se combinaban entre los muros asaltados por la hierba. El curioso investigador se acercaba con sigilo a la iglesia derruida del otrora próspero pueblo de Astapa, cercano a Villahermosa. Allí, entre los carcomidos papeles de la sacristía, se topó con un viejo manuscrito, parecido a un mapa, donde se narraba el extraño suceso que a continuación se transcribe: Refiere dicho documento, probablemente escrito por algún sacerdote que deseaba resguardar la memoria de aquella batalla, que en el año de 1598 llegaron a la villa de Santa Maria de la Victoria o San Juan de la Victoria (hoy Villahermosa, Tabasco) unos piratas que se apoderaron de la región. 

Añadir leyenda
Castellanos, criollos y mestizos del lugar fueron convocados por el alcalde para defender el territorio. Eligieron como sitio estratégico, para librar el combate, la parte sur del arroyo de los Cacaos, ubicado en el pueblo de Astapa. Allí construyeron una muy alta trinchera armada con dos pequeños cañones.
El manuscrito también describía cómo, apenas terminadas las trincheras, los pobladores destruyeron un puente construido desde tiempos de la Conquista; lo hicieron porque los piratas se enteraron de que las familias de la comarca se habían refugiado en la villa de Tacotalpa, llevando consigo sus joyas y objetos valiosos; así, después de que los asaltantes dejaran sus barcas en un punto entre los ríos Teapa y Jalapa, intentaron llegar hasta la villa para despojar a la población de sus tesoros.

Esta imagen no se corresponde con la del
Cristo de Astapa  
En aquella comarca, desde tiempos remotos, era muy venerado el Santo Cristo, cuya piel morena era igual a la de los naturales devotos. Al día siguiente, los voluntarios defensores de la provincia fueron, como era de rigor, a encomendarse al milagroso crucifijo, antes de ocupar su lugar en la trinchera que los resguardaría de la batalla. Hacían grandes filas para entrar al templo, y frente a la santa imagen pedían auxilio y protección para salir avantes de la batalla, prometiendo a cambio misa y festejos nunca antes vistos en ese lugar.
Al siguiente día, quinto viernes de cuaresma, distribuidos en pelotones, se acomodaron detrás de las trincheras y esperaron hasta que los piratas, detrás de los guarumos y los cacaos, aparecieron. En ese momento se inicio el combate más terrible presenciado hasta entonces en aquel paraje, siempre tan tranquilo y apacible.
Los piratas, acostumbrados a estos peligros, se echaron al arroyo y a nado intentaron llegar a la orilla desde donde peleaban sus oponentes. Los defensores de la comarca comenzaron a sentir temor, pero de improviso, cuando parecía que los invasores alcanzaban la orilla, éstos se volvieron y precipitadamente nadaron hacia el lado contrario, arrojando sus armas al agua. En sus rostros se dibujaba el terror y, ante la huida, se determinó la derrota de los filibusteros, quienes fueron perseguidos por todo el lugar hasta llegar a la isla de Basurto, donde habían dejado sus embarcaciones, las cuales abordaron para navegar hasta la Nueva Villa de Santa María de la Victoria. De allí fueron desalojados unos días después por las tropas tabasqueñas dirigidas por el alcalde mayor de provincia.

Iglesia de Astapa
La información encontrada en el manuscrito inspiró la leyenda de que la victoria de los tabasqueños se debió a la intervención directa del Santo Cristo de Astapa. Éste, tomando la apariencia de un guerrero, se cubrió de filosas armas y apareció cerca del arroyo para pelear contra los invasores, quienes, al advertir el prodigio, huyeron despavoridos del lugar, dejando el botín en el lugar del combate.
Hoy en día, como testimonio de la gran batalla, pueden admirarse en las afueras de Astapa cuatro cañones arrebatados a los piratas. Éstos son empleados para hacer las salvas en las fiestas religiosas dedicadas al Santo Cristo.


Referencias.  Santa-Anna, Justo Cecilio. Tradiciones y leyendas tabasqueñas. México, Consejo Editorial del Gobierno del Estado de Tabasco, 1979.
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