EL TIEMPO EN ESTEPA

EL TIEMPO: PREVISIÓN METEOROLÓGICA PARA ESTEPA

viernes, 22 de mayo de 2009

Poema en audio: No te salves de Mario Benedetti por Mario Benedetti
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HAGAMOS UN TRATO

Murió Mario Benedetti a los 88 años. En Uruguay, su país de nacimiento y del que se mantuvo alejado un largo exilio que abarcó una década y muchas privaciones, que quiso mutilar sus alas para impedir el vuelo, pero no pudo con sus palabras, un nido azul que dio cobijo a muchos, por no decir a todos. “Vuelvo y pido perdón por la tardanza”, dijo al volver. Y nadie se atrevió a contestar porque ya la tinta estaba seca para escribir en el anonimato de los cobardes.
Porque su palabra fue antes que el verbo, la poesía, desnuda de formalismos y con ese lenguaje tan suyo para nombrar lo cotidiano en vertical. Con ese canto que se alzó en voz en el banco de una plaza, con el pasaje real que se apropió del rutinario trabajo de oficina y mostró, desde el ventiluz de su metáfora perfecta, dónde estaba el aire que marcaba la tarjeta cada día, dónde los pulmones para respirar la otra cara de la vida.
Benedetti murió. Quizás había muerto mucho antes y nadie se atrevió a preguntarle qué sintió cuando tuvo que delimitar fronteras en su propia casa y levantar muros a su libertad por querer decir lo que no pudo callar. Quizás porque nadie vio sus cejas enjutas o apenas se detuvo en su mirada que lo había salvado desde adentro, desde más allá del propio entendimiento. Cada muerte chiquita se la hicieron saber y su espada fue el poema. ¡Ah la maravilla de contar con él para resarcir el daño y envolver con las penas el olvido!
Nunca más el hombre pero para siempre el poeta. Vivo de un antiguo clamor que lo devolverá a los labios del amor, a los brazos de la lucha, al justo reconocimiento de tantos honores que rechazó para no restar fuerzas a un cordel que apuraba sus horas hacia el adiós definitivo.
Benedetti se fue y su muerte hizo renacer la palabra con ropaje de poesía. Se repitió la noticia con la sal del verso que lloró su pueblo y al decir pueblo digo su gente, sin necesidad de documentos para nombrar a la patria que se lleva en el pecho.
No se salve don Mario. No nos salve. Más bien hagamos un trato. El de volver a la magia en cualquier inventario, con señales de su voz y de su paso trasvasando el tiempo de los abrazos.
Usted sabe que puede contar con nosotros, no piense que es flojera ni piense que deliro. Aun no lo ha dicho todo mientras haya un alma, una sola que su verso reclame, contar con usted será tan lindo.
Moni Munilla
Corrientes
Argentina

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